Autoridad Bíblica


Por Robert J. Young, D.Min.
©, 2001, Robert J. Young
[Se permite reproducción dándole crédito al autor]
Nota: Esta composición fue preparada en conjunto con un discurso dado en 1996 Pan American Lectures en Quito, Ecuador. Usted puede ver este discurso en PAL96lect.htm.

En el mundo occidental y mas específicamente en los Estados Unidos, tenemos un problema cultural de autoridad. Estamos ante una crisis de autoridad. Las preguntas se están planteando virtualmente en cada reino de la vida -- marital, familiar, negocios, político, académico, aun eclesiástico . No solamente las fuentes tradicionales de autoridad están siendo cuestionadas sino también, se está desafiando la misma naturaleza de la autoridad . ¿Quién tiene poder para solicitar y requerir la sumisión?

Se compone el problema cuando uno compara la palabra escrita de Dios, la Biblia, con la palabra viva de Dios, Jesucristo. Para muchos en el mundo de hoy, Jesucristo como palabra de Dios tiene autoridad, mientras que la Biblia como la palabra de Dios no tiene autoridad. Solamente respetando la palabra escrita retratamos a Jesús auténtico. La conexión de estas dos palabras de Dios -- escrita y viva -- está en el corazón de todo el evangelismo.

Esta verdad exige la afirmación que todo el evangelismo deba comenzar en el hecho central de que el evangelio es verdad de Dios. Esta verdad también se describe en las escrituras como el testimonio de Dios y misterio de Dios. El mensaje de Pablo viene de Dios porque la palabra de Dios se origina con Dios. Esto debe ser verdad de la palabra escrita, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

Todo el evangelismo verdadero debe comenzar con estos hechos en mente. No hemos inventado nuestro mensaje. No venimos con nuestras propias especulaciones humanas. Somos portadores de la palabra, de los administradores del Evangelio de Dios, y de los administradores de la gracia revelada de Dios. Nuestro trabajo no es desigual al de Jesús que enseñó como uno con autoridad. Como la palabra, él poseyó autoridad. La autoridad que poseemos reside en la palabra que declaramos, y no está en nosotros mismos.

Entender la naturaleza de esta autoridad significa nuestra entrega de la palabra que debe ser compatible con el mensaje que traemos de Dios. Éste no debe ser medido en elocuencia o sabiduría superior, sino en el poder del Espíritu Santo. Esto no es una justificación para proclamar un evangelio sin contenido, estilo, o forma. Ésta no es una renuncia de la sustancia doctrinal o de la discusión racional, sino es una denuncia de la sabiduría y de lo retórico del mundo como el que está parado detrás del evangelio de la verdad, la palabra de Dios. Lucas nos recuerda que en Tesalonica Pablo enseñaba, razonaba, declaraba y persuadía (Hechos 17:4). Esto no se hacia por el poder de Pablo (1 Cor. 2:1-5), sino por el poder de Dios (Ef. 3:19-21).

No tenemos ninguna libertad para invitar a la gente para que venga a Cristo cerrando, sofocando o suspendiendo sus mentes. Puesto que Dios nos hizo seres racionales, él espera que utilicemos nuestras mentes. El evangelio es verdad de Dios confiado a nuestra confianza, y nuestra responsabilidad es presente la tan claramente, coherente, como sea posible, mientras que confiamos en que el poder es de Dios y no de nosotros.

Esta breve introducción plantea la pregunta, ¿Cual es la naturaleza de la autoridad bíblica? Las vistas de la autoridad bíblica han experimentado cambios importantes a través de la historia de la iglesia. Mientras que los cristianos en el primer siglo eran virtualmente unánimes en la visión de la escritura como la fuente primaria de la revelación y autoridad, la iglesia pronto atribuyó a una cierta autoridad religiosa a la tradición. Por el cuarto siglo, la tradición fue vista como una autoridad igual que la escritura, y cuando la iglesia medieval demandó poder como el intérprete único de las escritura, cualquier autoridad residió en el texto bíblico fue mediado a través de la iglesia, esencialmente dando a la iglesia autoridad suprema.

La reforma rechazó esta autoridad eclesiástica, discutiendo que toda la autoridad deriva de la Biblia. La iglesia católica respondió con énfasis creciente sobre la autoridad de la iglesia y de sus tradiciones.

La aclaración sirvió para definir autoridad religiosa de otra manera. Un foco sobre razón humana y experiencia fue juntado inicialmente con un énfasis de continuación en la escritura de modo que la autoridad religiosa fuera situada y su interpretación con razón suprema. Por el siglo diecinueve, la corriente protestante liberal había localizado la autoridad casi exclusivamente en la razón humana y en la experiencia.

En resumen, esto nos trae a tres cuestiones importantes de la autoridad. En este ensayo, solamente las breves respuestas se pueden proveer como punto de comienzo para el estudio y discusión adicional. La autoridad bíblica se ata en última instancia a nuestra comprensión de la naturaleza de la Biblia y de la inspiración bíblica. Si la Biblia es autoritaria, está sobre todo debido a su inspiración divina, porque Dios es su fuente. ¿Las preguntas por ejemplo, "cuál es inspiración divina? ¿Cómo funciona? Qué significa decir que la Biblia tiene origen divino?" Todo esto debe ser estudiado. De esta fundación, tres cosas se presentan. ¿Primero, por qué inspiración? ¿Cuál es el propósito de la inspiración? Entre las muchas respuestas que pudieron ser dadas, una respuesta básica debe ser comunicar verdad sobre Dios. Que la escritura debe revelar a Dios se refleja en el hecho de que es revelación. ¿En segundo lugar, cómo es la inspiración? ¿Cuál es el método de inspiración? Esta pregunta espinosa no será resuelta inmediatamente a satisfacción de todos, pero un punto de comienzo bíblico se puede encontrar en 2 Pedro 1:20-21. ¿Tercero, cuál es el resultado de la inspiración? Que la inspiración da lugar a un texto inspirado, autoritario, normativo debe ser probado y ser probado.

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Gracias a Victor Manuel Castro por esta traduccion.


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Mantenida mas recien: 13 marzo 2009.